El uso del estandarte de la Virgen de Guadalupe, demostró el fervor católico de los caudillos y a su vez atrajo a las masas para unirse a la lucha armada.
La primera fase del proceso de independencia del Virreinato de Nueva España en el siglo XIX la realizaron principalmente los mestizos e indígenas. En el contexto anterior, la Virgen de Guadalupe se convirtió en el símbolo del nacionalismo y de la independencia debido a que primero el cura Hidalgo y después Morelos declararon a la virgen como protectora de su rebelión y patrona de la independencia.
En septiembre de 1810, Miguel Hidalgo y Costilla, hijo criollo de un administrador de hacienda, estando al frente del curato de Dolores Guanajuato decide combatir con las armas al gobierno español.
Cuando él y las fuerzas armadas caminaban rumbo a San Miguel El Grande, al pasar por el pueblo de Atotonilco, el cura Hidalgo entró en la iglesia para orar, mientras los 600 hombres lo esperaban en el atrio; justo antes de salir tomó un estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe y según la tradición popular gritó: “¡Viva nuestra Santísima Virgen de Guadalupe!, ¡Viva América!”.
El estandarte de la Virgen de Guadalupe atrajo a las masas
El llamado al pueblo por parte de Hidalgo, enseguida fue contestado con vivas y gritos y es así como durante la guerra por la Independencia de México, la Virgen de Guadalupe adquiere un nuevo rol donde significó el símbolo de los insurgentes y el imán que atrajo a los indígenas -y a miles de desempleados del campo y de las minas, letrados, militares, etc., como describe Óscar Flores en su libro Historiadores de México para que se unieran a la lucha armada-.
Incluso el propio Ignacio Allende también se unió el fervor religioso con el movimiento de independencia declarando en septiembre de 1810 que la causa que defendían era de religión; de hecho, todos se identificaban con la insurgencia por ser católicos y guadalupanos.
Siendo el emblema de quienes combatían por la independencia, la Virgen de Guadalupe fue denominada la María Insurgente o una “virgen combatiente” y su importancia dentro del movimiento se reafirmó el 16 de septiembre de 1823, cuando México ya era independiente y se seleccionó el templo de Guadalupe para rendir homenaje a los restos de los héroes.
Ubicación del estandarte de la Virgen de Guadalupe en la actualidad
El estandarte oficial de los rebeldes fue colocado en la parroquia de la Villa de Guadalupe, hasta que en 1853 el presidente Antonio López de Santa Anna ordenó que el lienzo se llevara al salón de la Cámara de Diputados. Hacia 1895 cuando se creó el Museo Nacional de Artillería, el estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe, fue llevado a esa institución, más tarde pasó al Museo Nacional de la calle de Moneda y de allí al Museo Nacional de Historia de Chapultepec, donde hasta hoy se conserva.
En Celaya, Guanajuato, existe un monumento de cantera construido sobre uno de los muros laterales del Templo de San Antonio de Padua, como recuerdo del lugar donde el Hidalgo colocó el 21 de septiembre de 1810 el estandarte de la Virgen de Guadalupe y que hoy se encuentra en pésimas condiciones.
Otros caudillos y revolucionarios mexicanos
Durante el movimiento de independencia existió una sociedad secreta llamada Los Guadalupes -por la Virgen de Guadalupe- que según Víctor M. Ballesteros en su libro Síntesis de la Guerra de Independencia en el estado de Hidalgo, define como una sociedad secreta compuesta por ciudadanos de diversas clases que contribuían dando apoyo a los insurgentes, sobre todo, durante el apogeo de José María Morelos.
Después de Hidalgo y Morelos, posteriores insurgentes consideraron incorrecto el uso de la imagen de la virgen (para mayor información consultar libros como los de Santa María Tonantzin, Virgen de Guadalupe, de Richard Nebel y la Virgen de Guadalupe de José Manuel Villalpando), y surgió la bandera del ejército trigarante en donde encomiendan al sastre Don José Magdaleno Ocampo confeccionar la bandera que representara sus ideales, surgiendo el color blanco que simbolizaba la religión católica, el verde que significa la independencia de México y el rojo que recordaba la unión de los indios, criollos y mestizos.
Por otra parte, un estandarte guadalupano también fue utilizado durante la Revolución Mexicana por Emiliano Zapata, quien al no contar con una bandera llevaba un estandarte de la Virgen de Guadalupe y sus hombres portaban un escapulario al cuello o como describe R. Wolf en su libro Las luchas campesinas del siglo XX, llevaban una imagen de la virgen en sus sombreros de ala ancha.