El Concepto del Ser en el Mundo en Heidegger

El hombre no está solo en el mundo. No está encerrado en su subjetividad. Está inmerso y extendido a su entorno, y puede escuchar el lenguaje del ser.

En el curso del desarrollo de “Ser y Tiempo”, y desde los párrafos iniciales de la primera parte, primera sección, Heidegger anuncia que se deben deslindar investigaciones que confundan el camino del Ser del hombre. Anuncia el estudio de una estructura fundamental en su pensamiento: el “ser en el mundo” o el estar en el mundo.

Esto implica que el hombre nunca está solo en el mundo, encerrado en su subjetividad, al estilo del pensamiento de un Emanuel Kant, o dentro de un “cogito ergo sum” de Descartes. En lugar de eso, el hombre se halla permanentemente inmerso dentro de su mundo.

No hay sujeto enfrentado al objeto, sino una continuidad del sujeto con el mundo que lo rodea. “La expresión compuesta indica, en su forma misma, que con ella se mienta un fenómeno unitario. Lo así primariamente dado debe ser visto en su integridad” (Heidegger, Ser y Tiempo, Madrid, Trotta, 2003 p. 79). En esta frase, ser en el mundo habla de la cotidianidad del coestar o convivir dentro del mundo, determinada existencialmente dentro del mundo de cada quién, y guardando una distancia especial.

La estructura de la extensión del Dasein-hombre en el mundo

Esta estructura del ser en el mundo es un sistema formado por partes que constituyen un todo interrelacionado. Tal vez sea cercana al “hombre y sus circunstancias” de Ortega y Gasset. Se anticipa y abre paso al desarrollo del concepto de una ecología humana integrada y dependiente de su universo.

Un pensamiento complejo podría relacionar y ligar el movimiento de las alas de una mariposa en Miami con los tsunamis del mar septentrional de la China, y con el estado de ánimo de los inversionistas en la bolsa de Frankfurt.

Cómo el Dasein se relaciona y extiende en su entorno

La suma de las partes no son iguales al todo

Por otra parte, Heidegger considera que esta estructura mixta, como sistema integral, tiene características propias diferentes a la suma de cada una de sus partes constitutivas. Es decir, lo empírico-concreto, lo significativo que se halla en el habla, y lo trascendente que no se puede captar plenamente en el lenguaje de la ciencia.

Esto se acerca al “cuadrilátero antropológico” que menciona Foucault en su obra “Las palabras y las cosas” para describir los aspectos del episteme moderno que caracteriza al hombre contemporáneo. Estos aspectos incluyen la analítica de su finitud, su duplicación empírico-trascendental a partir de la fenomenología de Heidegger y Husserl, la dificultad de los análisis sobre lo impensado, y la relación del hombre con su origen.

Heidegger considera que: “el resultado ontológicamente relevante del análisis anterior del coestar consiste en haber hecho ver que el carácter de sujeto del propio Dasein y del Dasein de los otros, se determina existencialmente” (Heidegger, Ser y Tiempo, 2003 Opt. Ctd p. 150).

Esta frase, en el escrito original, destaca el hecho de que la relación subjetiva que se establece en el coexistir entre el Dasein y los otros es determinada existencialmente. No se determina de otra forma, como sería, por ejemplo, de una manera intuitiva o de una forma lógica.

Tal vez la mala definición de hombre como “animal racional” para relacionarse, como comenta Hanna Arendt, esté definitivamente mal concebida. Sería mejor aplicar la frase desesperada y existencial de Sartre: “el hombre es una pasión inútil”.

La significatividad del mundo

En la continuación de su análisis, considera Heidegger que la existencia del Dasein o Ser ahí implica, dentro de la familiaridad de su existencia en la circunmundaneidad del mundo que lo rodea, una coincidencia entre el mundo que utiliza en su cotidianidad como instrumentos o útiles, y los significados que le abren la posibilidad de analizarlos y conocer su núcleo, su en-sí, para llegar al Ser.

“El Dasein es, en su familiaridad con la significatividad, la condición óntica de posibilidad del descubrimiento del ente que comparece en un mundo, en el modo de ser de la condición respectiva (estar a la mano), ente que de esta manera puede darse a conocer en su en-sí” (Heidegger, Ser y Tiempo, Opt. Ctd p. 114).

Esto se manifiesta como un reto al hombre para descubrir el Ser a partir de los útiles de que se sirve. Estos útiles pueden llevarlo, a través de sucesivas remisiones, desde el útil a la mano y específico de que se sirve, hasta el campo general al cual pertenece, como género o especie, patrocinando un motivo o explicación, para conocer su en-sí general o universal.

El Dasein-hombre estará así en el mundo fundamentalmente para entender y comprender la totalidad de las cosas. Estas cosas tienen sentido como referencia a algo y se manifiestan como instrumentales al hombre, siendo extensiones del Dasein o ser ahí, es decir, como relaciones con el inmediato entorno.

Conclusión

Se puede considerar que el concepto definido por Heidegger como ser en el mundo es un influjo del filósofo Dilthey, según lo expresado por Johannes Hirschberger en su “Historia de la Filosofía”, Tomo II, Barcelona, Herder, 1982, pp. 388. Hirschberger dice: “Lo mismo que Bergson, con su concepto de duración, Dilthey substituye la yuxtaposición naturalista y mecánica de las partes de una suma por la solidaridad indivisa de todo el ser viviente, en el que la vida, presente en cada momento, penetra con su carácter peculiar y único todo brote nuevo de vida, sellándolo desde sí misma con su irrepetible individualidad”.

Así considera Heidegger que el hombre está irremediablemente integrado a su entorno, en el mundo que lo rodea. Este hecho lo capacita para estar en condiciones de poder escuchar la significatividad del lenguaje que habla desde el Ser, el Ente, el cual es necesario traducir y contribuir a descifrar y a constituir como Logos. Pues el mundo es una maraña de sentidos que transmite metáforas y emociones al sentimiento, cuando se está en familiaridad con los útiles cotidianos.