Visitar Oaxaca es atestiguar el candor de un pueblo arraigado en sus tradiciones, que nos ofrece en su día a día una gama de colores y sabores inolvidable.
El estado de Oaxaca, constituido el 3 de febrero de 1824, es uno de los más interesantes y complejos de la República Mexicana. Su inmensidad cultural invita a sumergirse en su legendaria tradición culinaria y gozar de la diversidad geográfica que lo constituye como el estado con mayor número de municipios en todo el país.
Su territorio –de casi 100.000 kilómetros- cobija comunidades inmersas en costumbres ancestrales por las que parece no transcurrir el tiempo, lo cual se erige como una de sus principales riquezas. Su desarrollo cultural y económico, por otra parte, regalan a sus visitantes el contraste entre historia y el ritmo de la modernidad.
El horizonte oaxaqueño nos ofrece una atractiva armonía de elevaciones y depresiones que integran uno de los paisajes más bellos de la República Mexicana. Su costa (Huatulco, por ejemplo), es una de las más apreciadas a nivel nacional, no solo por su extensión -590 kilómetros- sino porque a comparación de otras, se encuentra prácticamente en un estado natural donde existen todavía recursos por explotarse y rincones por descubrir.
Diversidad étnica
Oaxaca promete tradición, cultura, belleza natural y una calidez inigualable que invita a sus visitantes a recorrer sus regiones con la seguridad que, en cada una de ellas, encontrarán un cuadro que les ilustre la historia de su gente manifestada en su variedad cultural.
La pluralidad étnica, lingüística y cultural de Oaxaca es provista por sus ocho regiones: los Valles Centrales, la Cañada, la Mixteca, la Sierra Norte, la Sierra Sur, el Istmo de Tehuantepec, la Costa y la región de Tuxtepec.
Solo el sur de China cuenta con la gran diversidad cultural y lingüística que tiene Oaxaca. El estado es hogar de 19 etnias que se integran sin reserva en los procesos de desarrollo de la entidad, brindando a Oaxaca esa asombrosa riqueza popular que nos ofrece varios rostros en un mismo territorio.
Los oaxaqueños hacen perdurar con fervor sus costumbres y las fusionan de manera tal, que lo contemporáneo sólo puede limitarse a ser testigo mudo del andar altivo de aquellas mujeres del Istmo vistiendo orgullosas sus trajes de Tehuana.
Tradición y Cultura en su Ritual Culinario
Uno de los nexos que dan cohesión a la sociedad oaxaqueña es, sin duda su exquisita gastronomía, la cual concede a sus visitantes una estancia culinaria inigualable.
La preservación de las recetas tradicionales oaxaqueñas es la historia manifiesta del estado que nos invita a explorar su cultura al sumergirnos en sabores, olores y texturas que son pilar de la gastronomía mexicana. Tal es el caso del quesillo, que acompaña gran parte de los platillos oaxaqueños.
Visitar los mercados “Benito Juárez” o “20 de noviembre” en la ciudad de Oaxaca es atestiguar el colorido espectáculo que ahí se ofrece para la vista, gusto y olfato de los presentes. Así, uno fluye entre las siete variedades de mole, las numerosas hierbas para sazonar, el chocolate con canela y la inigualable algarabía de los oaxaqueños ofreciendo sus productos.
La visita al mercado “Benito Juárez” no estaría completa sin hacer una parada en “Casilda”, establecimiento donde locales y foráneos se detienen para disfrutar una tradicional agua fresca. Esta puede ser de horchata, servida con trocitos de nuez, tuna y melón o agua de chilacayota con un toque de piloncillo que le otorga su distintivo sabor.
No se puede dejar de disfrutar la inmejorable nieve de leche quemada o la de tuna mientras se da un paseo por la explanada de la Iglesia de la Soledad; cenar unas tlayudas en la calle De Libres o de la esquina de Mina y Bustamante o dejarnos consentir por el espumoso sabor del champurrado de chocolate combinado con un suave pan de yema.
Saborear el mezcal, los chapulines tostados con limón y chile, el tasajo o los tamales de amarillito completan la fiesta gastronómica oaxaqueña. El sabor de su cocina tradicional nos llevará de la mano en un tour culinario que dejará nuestros sentidos extasiados.
Monumentos históricos en Oaxaca
Sin lugar a dudas Oaxaca es una ciudad para recorrer caminando y así, dejarnos envolver de su magia y contagiarnos de la animosidad de sus pobladores. Detenerse un momento por el zócalo y gozar del espectáculo cotidiano es detenernos en el tiempo; observar la majestuosidad del Templo y Ex-convento de Santo Domingo nos confirma el porqué es, conjuntamente con el Centro Histórico de Oaxaca, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
El Cerro del Fortín se erige alto e imponente recordándonos que es ahí, donde desde 1974 cada año se celebra la fiesta de La Guelaguetza que reúne a propios y extraños con la promesa de atestiguar la belleza de la diversidad de danzas, colores y sonidos de Oaxaca en donde, el común denominador son la alegría y calidez.
Oaxaca también alberga otro Patrimonio de la Humanidad: Monte Albán, constituido como el centro ceremonial más importante de la cultura zapoteca y una de las principales ciudades de Mesoamérica. Monte Albán -ubicado a 9 kilómetros del Centro Histórico- ofrece una vista envidiable del Valle de Oaxaca y nos regala en su inmensidad la entrañable experiencia de observar la huella histórica de México.
Oaxaca es alegría
Oaxaca es un estado para vivir con todos los sentidos: la vista se enajena de sus paisajes imperiosos; el olfato y gusto se extasían de esos sabores que ofrecen nuevas experiencias a nuestro paladar; el tacto se apodera de las texturas de las bellas artesanías de barro negro y tejidos hermosamente trabajados en trajes típicos.
La música oaxaqueña, tanto sus sones (el más famoso “La Sandunga”, propio del Istmo de Tehuantepec) como el propio himno del estado (“Dios nunca muere”) estremecen a quienes son testigos de su tradicional sonido que, con los tonos melancólicos de instrumentos de viento y cuerdas, así como la alegría de la marimba, nos ayudan a entender y valorar la historia de un pueblo que, día a día lucha por mantener sus tradiciones al tiempo que desea integrarse al ritmo de nuestra época.
La ciudad de Oaxaca, su gente, sus paisajes y su cocina, es un referente obligado para descubrir la riqueza cultural de México. Recorrer sus caminos y dejarse abrazar por sus enraizadas costumbres, permite a sus visitantes estimarla como uno de los destinos turísticos más ricos en historia y tradición a nivel mundial.