Durante la época cristiana, el famoso emplazamiento de Stonehenge fue conocido también como “Danza de los Gigantes” por las grandes dimensiones de sus megalitos. Se trata de una arquitectura megalítica que ha aparecido en numerosos cuentos legendarios y al que se le atribuyen propiedades curativas y milagrosas. La leyenda dice que estas piedras fueron trasladadas desde Irlanda a este emplazamiento por el mismísimo Merlín.
Menhir, dolmen y cromlech
La arquitectura megalítica que se observa sobre todo en la Europa Occidental del Neolítico se caracteriza por el uso de grandes piedras escasamente desbastadas llamadas megalitos y que pesan a veces cientos de toneladas, unas piedras o rocas asociadas al culto o a los poderes milagrosos. Se las conoce por los nombres de menhir, dolmen y cromlech.
Los menhires son enormes bloques de piedras largas erigidos por civilizaciones protohistóricas considerados, también, los antepasados de los obeliscos etíopes y egipcios. Hasta hace poco, se pensaba que las hadas moraban en los menhires y se les ofrecía flores y aceite. Además, las mujeres estériles se dirigían a estos bloques de piedra para que se les concediera la fertilidad.
Los dólmenes formados por dos menhires y otra piedra a modo de arquitrabe horizontal son interpretados como altares básicos o se les asocia a ritos funerarios (en España, por ejemplo, se han hallado resto óseos enterrados en un túmulo junto a un dolmen). Se los puede ver, sobretodo, en la franja atlántica de la Europa Occidental, pero su difusión alcanza numerosos territorios que sobrepasan las fronteras de la cultura celta. España, Dinamarca, el Cáucaso, África del Norte, Persia, Madagascar y Japón también poseen sus dólmenes.
Diversos dólmenes juntos constituyen una especie de galería que a veces se la denomina “camino de las hadas” y que podría ser un lugar de iniciación.
A estas manifestaciones megalíticas se añaden los cromlechs que se pueden ver en Francia e Inglaterra. El más conocido es el de Stonehenge en la llanura de Salisbury en Gran Bretaña.
Stonehenge y su función sagrada
Esta zona sagrada está compuesta por dos círculos: uno constituido por una doble fila de menhires en el exterior y otro círculo que le sigue formado por dólmenes. En el centro se encuentra una gran piedra a modo de altar. Otro círculo formado por un terraplén rodea el templo y en su interior se encuentran pequeños pozos con sepulturas de cremación, circunstancia que demuestra que allí se enterraba a los muertos o los restos que quedaban tras una cremación.
Durante mucho tiempo se ha especulado con la función real de Stonehenge y parece innegable que ha sido un lugar de culto relacionado con el movimiento de los planetas, las fases de la luna y el camino del sol. Incluso se ha podido constatar que el 21 de junio, día del solsticio de verano, al alba, el sol aparece justamente en la cúspide de la piedra Heelstone que se encuentra situada en la vía de acceso al monumento. Por lo tanto, habría tenido una función de calendario astronómico.
La magia de Merlín el Encantador
La tradición dice que Merlín, el Encantador, fue a buscar a Irlanda estas inmensas piedras que tan a menudo aparecen en los cuentos legendarios donde se señalan sus significados mágicos. En esta empresa, le habría acompañado un ejército conducido por Uther Pendragon, padre del rey Arturo, considerado este último el fundador de la mesa redonda y personaje principal de leyenda del Grial.
Tras un combate, Merlín habría robado la “Danza de los Gigantes” a los irlandeses y el transporte hacia Inglaterra pudo ser gracias a la magia de Merín que hizo volar las piedras hasta las naves que se dirigían a Inglaterra y hasta el lugar de destino, donde dispuso con su magia los megalitos en el orden en el que todavía los vemos.
La legendaria figura de Merlín
Según la leyenda, Merlín fue hijo de una monja y un demonio, y fue criado por Viviana que le enseñó toda su magia. De Viviana se decía que era hija de una ninfa de Sicilia y que poseía la facultad de matamorfosearse. Merlín fue el educador de los padres de Arturo y del mismo Arturo, además de ser el creador de la Mesa Redonda con el objetivo de buscar el Santo Grial.
Merlín y la mitología
De Merlín, considerado en algunos cuentos “hijo del diablo”, cabe plantearse la cuestión de su existencia real, ya que pudo ser un personaje creado por unos fantasiosos bardos celtas. Todos los textos coinciden en la paternidad de Merlín de la Mesa Redonda y según Niel:
“nos parece más probable ver en él a un personaje real, cuya ciencia en tiempos antiguos, pudo parecer sobrenatural a las poblaciones primitivas del sur de Inglaterra. Más tarde, habría entrado en el panteón de una mitología incierta al mismo tiempo que los Gigantes, cuya danza ha permanecido petrificada en los grandes monolitos de Stonehenge. En la leyenda de Merlín, el Encantador, ahora percibimos algunos hechos de la verdadera historia del monumento, en particular el lejano origen de las piedras”.
Merlín y la casta sacerdotal
Niel continúa asegurando que a Merlyn se le puede considerar un maestro de taller que dirigiría la construcción de este monumento, e incluso se podría ver en él a un personaje de la casta sacerdotal poseedora de los saberes secretos. Merlín representaría más que a un individuo a una función, la de la casta sacerdotal druídica que, en la sombra del anonimato, abriría con la Mesa Redonda y la búsqueda del Grial una vía de realización espiritual de lenguaje oscuro para los no iniciados.
Ante todas las leyendas hay que adoptar siempre una actitud prudente. En esta leyenda se pretende explicar cual sería el lejano origen de estas piedras, un conjunto de piedras que han sido consideradas por el cristianismo un vestigio del paganismo y para algunos una obra del diablo; una leyenda que el imaginario popular otorga a Merlín todas las funciones de la casta a la que representaba.