Pensador siempre en camino hacia el Ser desde fuentes iniciales griegas, y mediante una crítica del pensamiento metafísico occidental.
El pensamiento filosófico de Heidegger, obra monumental del siglo XX centrada en la búsqueda del Ser, ha dado lugar a comprensiones muy controversiales. Estas van desde considerarlo uno de los más grandes pensadores del siglo XX y crítico de la metafísica, hasta encontrarlo en oposición a filósofos como Theodor W. Adorno en sus obras: Negative Dialektik (Dialéctica negativa), Frankfurt, 1966, y Jargon der Eigentlichkeit (Jerga del sí mismo), Frankfurt, 1965.
El pensador Georg Lukács, en Die Zerstörung der Vernunft (La destrucción de la razón), Berlín, 1955, también critica a Heidegger. Para él, su planteamiento de la ontología es destructivo para la razón y está dentro de un lenguaje de aridez impenetrable. Del mismo modo, su discípulo Karl Löwith expresa su crítica en Heidegger, Denker in dürftiger Zeit (Heidegger, pensador en tiempos de necesidad), Frankfurt, 1953.
Algunos de los filósofos contemporáneos de su trabajo consideran que Heidegger presenta equívocos que implican el abandono de la finitud en Ser y Tiempo, precisamente la idea central de su pensamiento. Sus conceptos han planteado variadas interpretaciones contrastantes. Esto se debe, entre otras causas, a las dificultades que tuvo el conocimiento de su obra como resultado de las circunstancias históricas que vivió durante la Segunda Guerra Mundial.
También influyen las complejas y difíciles traducciones al español de sus obras, principalmente Ser y Tiempo. Además, se debe a la diversidad, riqueza y atracción que ejercen sus ideas, entendidas de diversas formas y adoptadas en distintos campos. La controversial y radical posición de sus seguidores y críticos también es un factor, al igual que el conocimiento limitado de toda su obra, ya que aún hoy en día se está en proceso de su publicación final.
El peregrinaje continuo
El pensamiento de Heidegger es considerado como un peregrinaje continuo que recorrió diversos caminos en pos del Ser olvidado por la Metafísica occidental. En un momento de su deambular, adoptó un lenguaje que lo llevó a un encuentro con la poesía y con el léxico poético. Allí, supone, se da una manifestación y expresión testimonial del Ser.
Esta perspectiva de su pensamiento muestra las variadas señales que Heidegger establece y fija en el curso de su sinuoso camino como filósofo. Se interesa por toda la cultura del hombre y, confrontado por las limitaciones de la razón y el desvarío que supone en la Metafísica, encuentra en la poesía y en el arte una posible salida a sus búsquedas.
Genio del habla
Martín Heidegger, como académico, pensador y expositor, poseía una especial facilidad de expresión y una gran capacidad de impresionar a sus discípulos con su verbo. Sus seguidores siempre lo admiraron como un rapsoda de la palabra, un Redengenie (genio del habla), que encantaba con un discurso vivo y espontáneo.
Como afirma George Steiner en Heidegger, México, F.C.E., 1999, p. 15: “testigos como Löwith, Gadamer y Hannah Arendt son unánimes al decir que quienes no oyeron a Martin Heidegger pronunciar conferencias o dirigir sus seminarios solo pueden tener una noción imperfecta y hasta deformada de su propósito… el rey secreto del pensamiento actuó por medio de la palabra hablada”.
Heidegger, como un verdadero maestro en la tradición occidental de Platón o Sócrates, arroja al hombre a la existencia en su obra Ser y Tiempo, arrancándolo de Kant y de los neokantianos, quienes sostenían la imposibilidad de conocer el “en-sí” del mundo. Cambia la relación del hombre con el mundo, desde una posición subjetiva y distante hacia una relación existencial de convivencia y de peligro.
Esta existencia se enfrenta con la certidumbre de la muerte, en un contexto de temporalidad y condicionamiento existencial.
La fenomenología
El análisis ontológico del Ser realizado en su obra “Ser y Tiempo” desde el Dasein, el Ente que es capaz de vislumbrarlo al iluminarse con dicho Ser, es emprendida por Heidegger mediante la fenomenología de su maestro Husserl, pero volcada hacia la hermenéutica y transformada en su propia metodología de pensamiento, una analítica enfocada hacia los inicios o conceptos fundantes y fundamentales para vislumbrar el final.
La forma fenomenológica heideggeriana es una metodología que conduce, mediante un preguntar hacia el origen o fuente primigenia del Ser, una hermenéutica de la facticidad y de las cosas, y que define en su obra “Ser y Tiempo“ como: “frente a todas las concepciones en el aire, a los hallazgos fortuitos, frente a la recepción de conceptos solo aparentemente legítimos, frente a las pseudo preguntas que con frecuencia se propagan como problemas a través de generaciones”
Husserl, fundador de la fenomenología, considera que el proceso de análisis debe remontarse a la búsqueda de las intelecciones iniciales y esenciales de las palabras.
Heidegger, su discípulo, rechaza esta línea de la fenomenología centrada en una conciencia ahistórica de intelecciones esenciales y en una metafísica de la subjetividad. En su lugar, antepone su criterio focal, trascendiendo la fenomenología de la conciencia humana y del yo: “Ser es lo transcendens por excelencia. La trascendencia del Ser del Dasein es una trascendencia privilegiada, puesto que en ella se da la posibilidad y la necesidad de la más radical individuación. Toda apertura del ser como la transcendens es conocimiento trascendental. La verdad fenomenológica, la apertura del ser, es veritas transcendentalis“, es decir, una trascendencia del Ser que se presenta como un hecho extraordinario y como un des-encubrimiento o verdad transparente y lúcida que irradia la claridad que transmite la poética creativa.
Conclusión
Heidegger, filósofo controversial y a veces no plenamente comprendido, enfoca la búsqueda del Ser mediante el cuestionamiento de los fundamentos de la metafísica y de la filosofía misma, según el preguntar de la fenomenología por los inicios. Este enfoque es, ciertamente, una forma poética de rememorar el principio creativo y constitutivo de la palabra fundante, el Logos, que según el autor ha sido malinterpretado a lo largo de la historia.
Heidegger señala que en griego, “LOGOS significa tanto como DELOUN, hacer patente aquello de lo que se habla en el decir”, como lo afirma en Ser y Tiempo, Madrid, Trotta, 2003, p. 61. Para él, LOGOS, como habla, es sinónimo de DELOUN, lo que hace evidente que aquello de lo que se habla es el habla misma, es decir, lo que debe ser nombrado.
Este aspecto conduce a reafirmar la necesidad de tratar de dilucidar el origen inicial de los conceptos en sus acepciones más antiguas, el Logos o habla original, considerando que las significaciones iniciales son lo más prístino y auténtico de las palabras, cuando adquieren un solo sentido, el cual se degrada a través del tiempo, al volverse pluri-semántico.